jueves, 20 de junio de 2013

Misma esencia, dos continentes

No te inquietes cuando por sorpresa encuentres mi mirada fija en tus pómulos, en tus labios, en esas arruguitas que delinean tu felicidad... Cuando despacio y en silencio me aproxime a ti cual fiera depredadora que acecha a su presa.

Sin pretexto aparente desvistiré mi corazón y abriré mi cuerpo sobre el tuyo. Tus manos ágiles responderán al final de mi espalda y por alguna razón, no necesaria, nos abandonaremos al otro. No habrá preguntas que necesiten ser contestadas con palabras; no habrá preguntas que mi cuerpo en tu cuerpo no sepa responder. Seremos dos seres silenciosos que ejecutan la danza más antigua que se conoce. Todos y cada uno de los pasos vendrán orquestados por el instinto, que traerá de vuelta al animal hambriento de pasión y falto de cordura durante esos minutos de gloria.

Mis vísceras descansarán sobre tu pecho desnudo y sentiré que no queda ya nada en mí que no sea también tuyo; me habré perdido cegada por el éxtasis que hallo en tu piel para encontrarme de nuevo bajo ella. Compartiremos por unos segundos cada átomo que te hacen tú y me hacen yo... y en ese pequeño instante, habremos vuelto a ser uno y no dos.


jueves, 13 de junio de 2013

Espejismo

Ya no serán tus labios los que cubran mi sonrisa con besos robados ni tus manos las que recorran el sendero que mis lunares dibujaron para facilitarte el camino en tus mañanas perezosas. No serán tus ojos negros  los que reflejen mi mirada cuando despierte al abrigo de unos brazos que ya no serán los tuyos.

Sí será, en cambio, tu voz la que resuene en mi cabeza cada vez que lea los poemas que con pasión describían las formas de tu alma, las formas que un volcán caprichoso dejó tras una erupción de ardiente lava. Será tu rostro el que visite mi mente cada vez que reconozca tu aroma en cualquier rincón y la sonrisa que dibujen mis labios se arrepentirá profundamente de que los tuyos no la escondan.

Sabrá todo el que me vea que soy feliz y no seré capaz de desmentirlos, de decir que mi dicha no es más que un espejismo de esos días en que tú me amabas y yo te amé. No seré capaz pues nunca me permitiré admitirlo; y es que son duras las noches en que no me acompañas, pero más lo era el deseo de que no me acompañases cuando en la noche a mi lado estabas.