lunes, 27 de enero de 2014

Brick by brick

If you want me to stay... then don't make such an effort in opening my eyes to how wonderful you are and how lucky I am to have you by my side. Don't remind me that I have to take care of this if I don't want you to leave; that, I already know.

If you want me to stay... then please put your strengths in making me see how wonderful I am and letting me know how lucky you feel having me by your side. Work harder than your possibilities to make this work and do it with a smile 'cause there's no other thing in the world that you desire that much.

Let's build this together, not against the other.

jueves, 23 de enero de 2014

Vivir es un verbo activo

Ojalá pudiera empezar a vivir. Tener claro al menos un objetivo, aunque sea el de no tener ninguno, y empezar a gastar el tiempo en vez de sólo verlo correr, irse.
Hasta no hace mucho pensaba al revés; creía que la vida consistía en que el tiempo pasase apaciblemente, en que los hechos se sucedieran y ya está. He descubierto que eso es la apatía.

Vivir es un verbo "activo" y se ha de agotar. Se han de invertir fuerzas en él, se ha de hacer rendir al máximo y te ha de quedar grabado en la memoria, para bien o para mal.

jueves, 16 de enero de 2014

Lluvia de estrellas

Las estrellas no son más que un destello, una quimera de algo que fue hace millones de años pero cuya huella aún persiste en nuestro cielo. El Principito amó a una flor que vivía en una estrella y esa es la razón por la que cada vez que observaba el cielo de noche se sentía feliz; porque en uno de esos puntos de luz, no sabía bien y realmente no importaba cual, se encontraba su preciada flor.

Tú, en cambio, sólo podías venir en forma de agua y es por eso que te busco siempre que llueve, que te siento en cada gota que cae del cielo; empapando mi pelo y mi ropa, calándome los huesos. La gente se pregunta porqué me niego a usar un paraguas, porqué corro a la ventana cuando escucho cómo te precipitas contra el cristal. La razón no es otra que el hecho de que sé que es a mí a quien llamas, que vienes a buscarme al balcón, trepando desde las nubes.

Yo, al contrario que El Principito, que sólo ha de esperar a que caiga la noche para elevar su alma, no puedo anticiparte. Rara vez me encuentras preparada para recibirte y para el tiempo que normalmente me acompañas casi que me vale más la pena disfrutar de tu corta compañía y dejarme de finuras. Y sí... lo cierto es que las gotas de lluvia, como las rosas, son efímeras: duran tan sólo unos segundos; mucho menos que las estrellas del pequeño príncipe, que consiguen hacerse ver incluso después de haber perecido. Lo bueno de la lluvia es que, al contrario que las estrellas, se puede sentir; que unas veces te acaricia y otras te golpea, que en ocasiones llega para refrescarte y en otras para calarte y dejarte postrada en cama unos días...

Es difícil mantener una relación con la lluvia; la peor parte es su veleidad. La lluvia es libre y no ofrece justificación a sus ausencias y quizás es por eso que me fascina, porque a pesar de carecer de ataduras es siempre fiel y tarde o temprano vendrá para empaparte, no importa que estés fea, recién levantada, enferma o magnífica... a ella le vale con que la estés esperando.