lunes, 26 de agosto de 2013

Give me shelter, or show me heart

Desaparecerás entre la espesura del enmarañado bosque que sin haberlo elegido desconozco. Perteneces a un universo paralelo del que me siento totalmente ajena, al que tú no quieres que me asome, ya no sólo por preservar y reclamar tu intimidad sino por salvar esa parte de mí que aún no se ha viciado. A pesar del tiempo, la distancia y los errores, a pesar del frío que se cuela entre nosotros estemos ya cerca o lejos, sigues queriendo protegerme del mundo, salvarme de todo incluso de ti.

¿Cómo me preguntas si te quiero? ¿Qué quieres oír salir de mi boca? La respuesta fácil es ese inmutable sí, esa incondicional promesa de fidelidad que la fraternidad nos brinda. Claro que te quiero, sí, pero tú no preguntas por eso. Debería responder quizá acerca de todas las cosas que haces o dejas de hacer que te alejan cada vez más y más de mí, de lo que me cuesta entablar una conversación normal contigo, de lo difícil que se me hace un instante a solas, sintiéndome obligada a empezar una conversación que rompa el hielo que ha cubierto ese trozo de corazón que nos debemos, como si de un extraño se tratase. Te quiero, sí, pero no te conozco… y si no te conozco es difícil sentirte cerca, recurrir a ti o demostrar lo que no debería tener cabida en palabras.

Echo de menos estos días contigo, porque sé que me faltarán y no tengo certeza de hasta cuándo. Sígueme descubriendo tesoros, hazme crecer segura pero contigo, quiero que te sientas partícipe de mí así como yo inundo ojos y alma cada vez que te escucho, cada vez que frente a mí puedo admirar al músico en que te has convertido, pero más al hermano; porque con la música siempre sabes llegar a mí, entonces no hay palabras de más, pero sobretodo, no las hay de menos.


sábado, 10 de agosto de 2013

La receta más ansiada

Despiértame y hazme salir de la concha cuando el sol ya se haya ido. Quiero que tomes mi mano y me guíes por la orilla del mar, sentir mi huella junto a la tuya por un instante, lo que tarde la espuma del tiempo en hacerla perecer.

No somos infinitos: ni tú ni yo, ni yo contigo. Por primera vez tengo la certeza de un gozo caduco y es entonces que compruebo lo intenso, que saboreo la gloria de un momento a solas. Sé que no eres para mí, que yo vivo de día y tú eres de costumbres nocturnas, un depredador nato. Aún así, he precisado aventurarme a disfrutar de lo prohibido contigo para comprender que confiando en la infinitud de una relación, de un sentimiento, se mata la espontaneidad, el deseo; se imposibilita cualquier atisbo de amor, de ese amor loco de atar. Me gustaría amarte sólo por tener la oportunidad de hacerlo, pero ni tú ni yo queremos que eso pase.

Tú te contentas con que te conceda paseos a medianoche, yo me fascino porque la receta más ansiada me ha sido revelada por el cocinero menos esperado.