sábado, 10 de agosto de 2013

La receta más ansiada

Despiértame y hazme salir de la concha cuando el sol ya se haya ido. Quiero que tomes mi mano y me guíes por la orilla del mar, sentir mi huella junto a la tuya por un instante, lo que tarde la espuma del tiempo en hacerla perecer.

No somos infinitos: ni tú ni yo, ni yo contigo. Por primera vez tengo la certeza de un gozo caduco y es entonces que compruebo lo intenso, que saboreo la gloria de un momento a solas. Sé que no eres para mí, que yo vivo de día y tú eres de costumbres nocturnas, un depredador nato. Aún así, he precisado aventurarme a disfrutar de lo prohibido contigo para comprender que confiando en la infinitud de una relación, de un sentimiento, se mata la espontaneidad, el deseo; se imposibilita cualquier atisbo de amor, de ese amor loco de atar. Me gustaría amarte sólo por tener la oportunidad de hacerlo, pero ni tú ni yo queremos que eso pase.

Tú te contentas con que te conceda paseos a medianoche, yo me fascino porque la receta más ansiada me ha sido revelada por el cocinero menos esperado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario