jueves, 24 de marzo de 2011

Decepción

Es duro darse cuenta de que por mucho que lo intentes, por mucho que busques; siempre, al final, sólo quedas tú. Para escucharte, para comprenderte, para animarte... Sólo te tienes a ti.

Ansiamos esa intimidad, nos creemos capaces de sobrevivir sin el resto, presumiendo de una autosuficiencia a menudo difícil de defender. Puede pasar algún tiempo antes de que te des cuenta de la rémora necesidad, que paradójicamente ha sido siempre el trampolín al siguiente escalón. Como bien me han enseñado, no existe evolución, sino coevolución.

Soberbios, orgullosos, nosotros capaces de todo... muy a mi pesar, hay veces en que nos necesitamos, en que por lo menos yo te necesito. Herida ante la evidencia, doblegada, vulnerable... imagina cómo me siento cuando entiendo que nadie vendrá a buscarme, que el apoyo que comprendí necesitaba tomar prestado me ha sido negado. Sola, me siento sola... y es que realmente lo estoy.

Perdida, totalmente desorientada. Adivino tu imagen al final del camino, pero ya no quiero verte a ti. Me cuesta creer que la realidad sea ésta, que no seas tú el que había de acompañarme, el que alumbraría el bosque de dudas, de inseguridades. Me hace daño verte, me miras como a un bicho extraño; parece que ya no hay nada que decir, que todo ha terminado. Cuando quieras, sabes que no puedo evitar seguir aquí, acompañada en tu defecto, de la decepción, que conociéndola como la conozco, la sé dañina, pero también pasajera. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario